domingo, 6 de junio de 2010

Capítulo 8. Fuegos artificiales.

A partir del verano de 2009, hace justo ahora un año, la historia que estoy contando comenzó a tomar un rumbo significativamente distinto, y es que comenzaron a ocurrir las cosas que definitivamente me llevarían, un año después, a poner rostro y nombre a la verdadera felicidad con la que me daría completamente de lleno. Y como os digo, se dieron una serie de situaciones para ello.

Cuando llegué a Cruz Roja Málaga, redescubrí mi propia ciudad, y es que no era lo mismo salir a pasárselo bien o simplemente ir a dar una vuelta que subirse en una ambulancia y cubrir las emergencias que ocurren diariamente. Pero eso fue antes de adaptarme por completo al equipo de Emergencias. Antes, como tenía todo el tiempo libre, me apunté nada más llegar al programa de baño adaptado. Esta tarea consistía en llevar a la playa y poder bañar a gente impedida, tanto física como psíquica, y se estaba todo el día allí. Era fantástico, muy bonito. Pero un día, cuando recogíamos todo, mi teléfono sonó. Era del Equipo de Emergencias.

-Hola, Víctor. Hay un incendio forestal en Estepona y vamos a mandar una ambulancia. ¿Podrías estar aquí en media hora?

Le expliqué la situación a un compañero que estaba al lado mía. Me dijo que él me llevaba, puesto que tenía que pasarse por base para recoger algunas cosas.

-Sí, claro. Estaré allí lo antes posible.

Llegamos al lugar del suceso poco después del anochecer. Una enorme bola de fuego que en realidad era una montaña totalmente sepultada por las llamas. Era desolador, arrasador, destructor... Era... hasta bonito.

En cuanto llegamos a nuestra posición, vimos bajar todo el grupo de retenes, grúas, camiones y coches de policía y guardia forestal.

-¡Rápido, hay que irse de aquí! El viento está cambiando, debemos trasladarnos a la otra ladera.

Apenas nos habíamos bajado de la ambulancia, tuvimos que subirnos corriendo, arrancar y darnos la vuelta para no ser arrollados por todo el equipo de extinción del fuego.
Seguidamente, cuando llegamos a, esta vez sí, nuestra posición definitiva, pudimos bajarnos y contemplar de nuevo toda aquella destrucción medioambiental. Nuestra ocupación era atender a los miembros del retén que se retiren a cada cambio de turno. Quemaduras y hematomas estaban a la órden del día, e incluso atendimos a un tipo al que se le había caído un ladrillo en un pie.

Y después legó la luz del día, y con ella, un equipo aéreo formado por helicópteros e hidroaviones que formaban la cobertura desde el aire. Y a media mañana, la Unidad Militar de Emergencias, UME, fueron los que se encargaron de a situación.

Pasadas 18 horas desde nuestra llegada, nos llamaron diciendo que el segundo equipo de relevo había partido hacia la zona, y que cuando llegara nos retirásemos de vuelta a Málaga. Cuando ocurrió, no había pasado ni la mitad del incendio, que llegó a prolongarse hasta tres días. Al llegar, estábamos abatidos, y recuerdo que estuve durmiendo casi un día entero.

Dos meses más tarde, el día del concierto-inauguración de la feria de Málaga, fue mi primer servicio de verdad en Málaga.

-El servicio se desarrollará de la siguiente manera: como veis, hemos habilitado el PMA -Puesto Médico Avanzado, el hospital de campaña, vamos - a la entrada del Paseo Marítimo Antonio Martín. Allí se encontrarán 3 personas. Un médico de la compañía Flying Doctors, un enfermero y una persona de apoyo. El resto irá en las ambulancias y formando patrullas de dos a tres personas.

Por ser el "nuevo", a mí me tocaba ser la persona de apoyo dentro del PMA. Y es algo que agradeceré toda mi vida. Desde las 8 de la noche que comenzó el servicio hasta las 9 de la mañana del día siguiente había atendido a más de 280 personas. Desde simples intoxicaciones etílicas hasta dos personas a las que se les tuvo que poner puntos de sutura. Fue una noche magnífica, sin duda, de las mejores que he tenido en mi vida.

-Víctor, tenemos un aviso de una persona que no puede moverse en la arena, parece que se le ha salido la rodilla o algo, ¿podrías venir?
-Claro, vamos para allá.

Estaba muy oscuro, no sabíamos si pisábamos toallas, arena o gente, aún así íbamos con cuidado pero deprisa puesto que había que llevar a la persona al hospital lo antes posible. Cuando llegamos al lugar, una chica nos recibió. Seguía estando muy oscuro, por lo que no pude verle la cara.

-Hola, aquí. Se trata de mi amiga, se le quedó el pié en la arena bailando y le duele mucho la rodilla.

-La tiene muy inflamada. Tiene que haberse salido algo -dijo mi compañero, alumbrando con una linterna.
-Pues no se hable más -dije-. Nos la llevamos.
-Muchísimas gracias, ¿puedo ir con ella? -dijo la chica.
-Claro que sí, viene bien que haya un acompañante.
Cuando estábamos llegando a una zona más iluminada, recibí un aviso por radio. Me necesitaban con urgencia en el puesto médico.

-Debo irme, ¿seguro que podéis llevárosla vosotros solos?
-Sí, caro. Nos está esperando Iván en la ambulancia.
-De acuerdo. Nos vemos luego.

Así que se llevaron a la chica al hospital, subiéndola a la ambulancia justo al mismo tiempo que lanzaron los fuegos artificiales que darían por comenzada la feria de Málaga de 2009.

Y ese fue el final de la historia de esa noche. Y esta, la primera de las numerosas situaciones que llevarían a encontrarme con esa felicidad un año más tarde; porque ella, un año después, me acabaría contando que era la acompañante de la chica a la que llevaron al hospital.

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