martes, 18 de mayo de 2010

Buscando la felicidad.

Capítulo 1. Una nueva vida.

Chicos, la historia que os voy a contar es larga, muy larga. Tan larga que dura años, los que han pasado y los que tienen que pasar. No es una historia cualquiera, no es una historia con final feliz ni triste, entre otras cosas, porque aún no ha acabado. Y no sé cuándo acabará...

Esta historia comienza un día de finales de abril del año 2008. Ese año fue fantástico en casi todos los sentidos: es el año que comencé mi andadura en Cruz Roja, el año que cumplí los 18, el año que empecé mi carrera y, bueno, también es el año que ella me dejó, después de tres años de una maravillosa relación. Pero eso no es todo, puesto que, debido a este último hecho, fue el año, mejor dicho, el verano, que tomé la decisión que cambió todo: comencé una nueva vida.

Lo recuerdo perfectamente. Los dos habíamos quedado para recorrer en bici toda la costa desde el centro de Málaga hasta el Rincón de la Victoria. Quería darle una sorpresa, esa tarde iba a decirle que había conseguido ahorrar lo suficiente como para comprar dos billetes de avión e ir a su país a ver a su familia. Estaba muy nervioso, y completamente convencido de que le haría muy feliz con esto. Cuando tenía todo preparado, las ruedas a punto, la bici limpia como los chorros del oro y completamente adecuado para hacer deporte, recibí una llamada. Era ella.

- Víctor, ¿podríamos quedar hoy en el centro? Tengo que hablar contigo.

En ese momento me dio un vuelco el corazón. ¿Qué me querría decir?
Llegué al sitio donde nos habíamos citado. Y ahí estaba ella, sentada mirando hacia la puerta, con la cara descompuesta; se notaba tristeza en sus ojos. Y entonces, me lo dijo:

- Tenemos que dejar de vernos.

Bueno, la conversación no fue exactamente así de corta, pero en esencia eso es lo único que importaba. Se iba, no había más, era el fin. No había manera de hacerla recapacitar. Y eso no era lo peor de todo; lo peor era que tenía razón, era cierto, es muy difícil llevar a cabo una relación en la que, por mucho que intentemos luchar contra las adversidades, tarde o temprano dejaría de funcionar, y nos veríamos obligado a cortar. Tristemente, era lo mejor.

Y así fue como terminó esa linda historia. Tres años a la basura, ya no había vuelta atrás. Los días y semanas siguientes estuve inmerso en un profundo abatimiento. Pero una mañana de junio, ya acabado el curso, recibí una llamada.

- Buenos días, ¿Víctor Almaraz? Le llamo de Cruz Roja. Se ha tramitado su solicitud de ingreso, pero debe haber un error, porque es para Benalmádena. Usted es de Málaga centro, ¿no?

Entonces recordé que mi padre había hablado semanas atrás con una voluntaria de Benalmádena, y le dijo que estaba muy interesado en ser voluntario ahí. Me dijo que hacía falta gente allí. En ese momento no quería irme tan lejos, ya que aún salía con ella. Pero de pronto...

- Es perfecto.
- ¿Cómo dice?
- El sitio. Es perfecto. No importa, iré a Benalmádena.

¿Por qué salté de esa manera? Muy sencillo. Era el lugar más alejado que podía estar del centro de Málaga. Podría alejarme del lugar donde me he criado y había pasado toda mi vida, pero, sobre todo, podía alejarme de algo que no salía de mi mente y me comía la cabeza: los recuerdos.
Era la mejor decisión. Un nuevo lugar, nueva gente, nuevo ambiente... En definitiva, una nueva vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario