jueves, 27 de mayo de 2010

Buscando la felicidad.

Capítulo 5. Agridulce.

Chicos, para esta nueva parte de la historia es necesario que conozcáis desde el principio a los dos mejores amigos que he tenido nunca; ellos son Isra y su novia Ana. Israel y yo nos conocimos en un campamento a raíz de, cómo no, una chica. Y es que me enamoré perdidamente durante años de su hermana que iba a recogerle al acabar las convivencias a la que asistíamos.
Por esa razón fue por la que empecé a juntarme con él, pero al final, cómo son las cosas, acabó siendo mi mejor amigo, aunque nunca llegué a salir con su hermana.

Ellos son los que desde el primer momento siempre sufrieron mis bajones tras haber cortado con Sasha, y mis desilusiones cada vez que parece que se dislumbra algo con una chica y todo acaba por los suelos. Hasta el día de fin de año de 2008.

31 de diciembre de 2008

Cada dos años, mi familia al completo se reúne en casa de mi tío para celebrar el fin de año. Y como el año pasado, Isra, Ana y yo volvimos a quedar para salir después de las campanadas. Pero ese año, las cosas no salieron como estaba previsto.

-¿Diga? Hola, Isra.
-Víctor, soy Ana.
-Hola, Ana, ¿dónde estáis?
-En casa de Isra. Parece que algo en la comida estaba mal y, bueno... Isra está algo indispuesto.
-Vaya. Entonces...
-Dice que lo siente mucho, que no va a poder salir. Yo me quedaré con él.
-Bueno, no pasa nada. A ver qué me invento. Si no, me iré a casa. No os preocupéis, dile que se mejore.

Y allí me encontraba yo, en plena Calle Larios, rodeado de gente celebrando que el 2009 había llegado. Pensé qué podía hacer, si sería mejor cogerme un taxi de vuelta a casa o llamar a alguien.
Iba a optar por lo primero, pero sucedió algo que cambiaría no sólo el rumbo de la noche, sino de los meses venideros. Recibí una llamada:

-¡Feliz año nuevo, Víctor! ¿Qué tal, lo estás celebrando ya, no?
-Pues, el caso es que se me ha truncado todo. Los amigos con los que iba a salir no pueden, y...
-Vaya, qué lástima. Pues yo estoy en Fraggle Rock. ¿Quieres venir?
-Pues... de acuerdo.

Carmen Ortega era una chica maravillosa. Nos conocimos en el instituto, ya que yo estaba en el equipo de baloncesto y ella también. Al terminar, nos perdimos la pista, hasta el verano de ese mimo año, en el que nos encontramos, retomamos el contacto, y nos veíamos de vez en cuando.

Esa noche fue una de las mejores que he tenido. Nada importaba, sólo el mero hecho de pasárselo bien. Cuando nos quisimos dar cuenta, ya eran las 9 de la mañana. Salimos de aquél sitio cogidos del brazo; no hacía frío, pero queríamos acompañarnos el uno al otro.

-No va a salir bien -dijo Isra en el bar al día siguiente.
-Ya estamos... ¿y por qué no? -yo acababa de contarles la historia de mi fin de año e Isra ya estaba cortándome el rollo.
-Pues porque cada vez que nos hablas de alguien, acaba mal o no termina pasando nada.
-Eso es cierto -dijo Ana-. Haz memoria; ha pasado con todas las chicas de las que nos has hablado.
-Pero ahora es distinto. Voy sobre seguro. Anoche fue fantástico; bailamos, nos abrazamos...
-¿Os besásteis? -dijo Isra.
-Am... no -respondí.
-Se vuelve a cumplir mi teoría. Ahora nunca lo vas a hacer.

Discutimos sobre eso horas, pero durante esa misma semana, salí con Carmen tres veces más. Hasta que a la tercera...

-Bueno, pues ya hemos llegado. Aquí para mi bus.
-Bien, entonces, ya nos veremos otro día.
-Sí...

Entonces pasó algo que nunca sabré definir de manera coherente. Me iba a despedir con dos besos, pero... El segundo no fue precisamente en la mejilla.
Entonces, me la jugué diciendo una estupidez:

-Perdona, no he entendido bien lo que me has dicho. ¿Podrías repetirlo?

Pero la estupidez, esta vez salió bien; muy bien. Tanto que lo repitió durante un buen rato. Y acabé entendiéndolo a la perfección.
Al día siguiente...

-...así que tu teoría queda oficialmente infundada.
-¿Quién ha dicho que mi teoría ya no sea válida?
-La he besado, Isra. ¿Qué más quieres?
-Sí, pero la teoría de Isra es que no va a acabar bien, no que no la besaras -se apresuró a apuntar Ana.
-Pues esta vez va a salir bien, ya lo veréis.

Durante esos meses todo salió a la perfección, incluso nos fuimos de viaje un par de veces, pero cuando más confianza teníamos, peor iban las cosas...
La relación sufrió una transformación. Las peleas y discursiones estaban a la orden del día. El cariño y la pasión se convirtieron en regañinas y gritos. Y ya no podía más. Corté con ella el día después de hacer 3 meses de relación.

-Te lo dije. El marcador queda Teoría de Isra nosecuántos, Víctor cero.
-Pues tenías razón. A final nada ha salido como esperaba.
Mi cara de abatimiento era una de las más grandes observada en años.
-¿Sabes cuándo saldrá algo como te esperas? -dijo Ana- Cuando no lo busques. Te pasas el tiempo buscando a la mujer de tu vida, en vez de una simple relación. Cuando tengas eso, es el momento de madurarlo. Pero no comiences la casa por el tejado.
-Tienes razón. Está decidido. A partir de ahora no buscaré a nadie. Estoy aquí, me conocen. Quien me quiera sabe dónde encontrarme.

Pero nadie intentó "encontrarme" en meses. Hasta que un día sonó el teléfono.
-¿Diga?
-¿Víctor? ¡Qué alegría oírte! Hola, soy Tania.

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