lunes, 24 de mayo de 2010

Buscando la felicidad.

Capítulo 4. Decisión.

Chicos, os estoy contando cómo fue mi vida a partir del verano que acabé mi relación con Sasha. Sobre ella debo decir que fue, es y será siempre la chica más maravillosa del mundo. Es la única persona que me ha hecho sentir cosas que nunca nadie me ha vuelto a hacer sentir, y eso hace que durante toda mi vida le tenga un cariño especial totalmente diferente al resto de las personas presentes en mi vida. Con ella pasé los 3 mejores años de mi vida, no lo dudo. Y debo agradecerle a ella el empezar aquél verano en Cruz Roja y haberme convertido en lo que ahora soy, puesto que, si no hubiese querido "huir" de todo y cambiar mi vida, nada de esto habría pasado.

Pero ella también tuvo su parte; también se fue un tiempo, también quiso rehacer su vida y lo hizo de manera que se fue a estudiar a Madrid. Dicen que el tiempo y la distancia todo lo cura. Bueno... algo ayuda.

Residencia Universitaria de la Universidad Politécnica de Madrid, Octubre de 2008.

Era de noche y Sasha se encontraba sentada en su cama mirando por la ventana. Concretamente miraba al cielo, y se fijaba en los aviones que pasaban de vez en cuando, iluminando las nubes en la noche.
-¿Qué haces despierta?- dijo su compañera de habitación-¿Ocurre algo?
-No, nada. Es sólo que... Un buen amigo estará mañana una hora y media en el aeropuerto. Se va una semana a Marruecos.
-¡Vaya! ¿Y eso?
-A llevar ayuda humanitaria. Es la primera vez que va.
-Pero, ¿estás preocupada por él? Tranquila, si va es porque es seguro.
-No, no es eso. El caso es que hace tres meses que no le veo, y puede que no le vea hasta que acabe la carrera...
-Bueno, no te preocupes. Seguro que le ves más pronto de lo que piensas.
-¿Cómo lo sabes?
-Mi abuelo me decía que el destino siempre sorprende.
-Esperemos que sea para bien...- y, diciendo esto, se durmió con una sonrisa dibujada en su rostro.

Terminal Pablo Ruíz Picasso, Aeropuerto de Málaga, 18 de octubre, 04:18 am.

¿Era un velocista? ¿Era el primo blanco de Ussaint Bolt? No, era yo intentando que no se me escapase el primer avión que me llevaría al aeropuerto de Barajas.
No es fácil correr con una maleta de ruedas de 15 kg. de peso. Y tampoco es fácil hacerlo con ella bajo el brazo. Pero era necesario, una carrera de 7 minutos decidían si podría ir a Marruecos o me quedaría en tierra.
Muchas veces he volado, pero la sensación parece que siempre es nueva. No hay nada mejor que mirar por la ventanilla y admirar el mundo desde arriba, poder reconocer lugares y buscar sitios que conozcas.

Terminal T4 de Barajas, Madrid, 05:00 am.

El viaje apenas duró media hora. Ahora tocaba tranquilidad, ya que no sería hasta dentro de hora y media cuando tendría que embarcar de nuevo, ahora si, rumbo a la puerta de África. Pero en Barajas me esperaría la primera sorpresa...

-¡Víctor! -una figura de una chica de pelo largo y cuerpo estilizado se abría paso conduciendo un boogey entre la mucha gente que, aún siendo madrugada, circulaba por la terminal. No me lo podía creer. Era...

-¿Sasha?

Madrid, 04:19 am.

¿Era Fernando Alonso en un coche de calle? ¿Un rally nocturno, quizá? No, eran Sasha y su compañera de piso, rumbo al aeropuerto de Barajas.
-¿¡No puedes ir un poquito más despacio!?
-Pero vamos a ver, ¿quieres o no quieres volver a verle?
-Claro que quiero, pero me gustaría verle VIVA.
-No te asustes, mujer... Como si fuese la primera vez que cojo esto a más de 120 km/h.

Llegaron al aeropuerto entre bandazo, acelerones y volantazos que, si no fuese por los cinturones de seguridad, habrían hecho que Sasha saliese disparada del coche en la primera rotonda.

-Vamos, no pierdas tiempo. Entra ahí y entérate de su puerta de embarque.
-Pero, ¿y tú?
-Tengo que buscar aparcamiento. No te quedes ahí, mujer, ¡corre!

Sasha se apresuró a entrar en la terminal, y fue a información a preguntar sobre el próximo vuelo que tendría que llegar desde Málaga. Le dieron una lista, tenía 3 puntos de llegada, todas ellas separadas por kilómetros de recorrido. "Es el fin", pensó ella, pero...

-¡¡Sasha!!

La compañera de piso de Sasha apareció de la nada con un cochecito para transportar maletas, e iba bastante rápida.

-Se nota que te gustan los coches. Le caerías bien a Víctor.
-Sí, pero para eso tenemos que alcanzarle. Así que sube de una vez.

Otro viaje movisito en coche era todo lo que Sasha necesitaba para terminar de despertarse. Ya lo estaba, así que era todo lo que necesitaba para vomitar su cena. De pronto, vislumbró su objetivo detrás de una cristalera.

-¡Eh, eh, eh! ¡Es él!
-No jodas... está a unos 2 km. de distancia.
-¿¡Qué!? ¿Cómo va a estar a tanto? Si está ahí, ¿no lo ves?
-Así de peculiar es el aeropuerto de Barajas, Sasha. Un entramado de galerías que ponen a prueba la pericia y paciencia de los viajeros. Pero no te preocupes, conozco un atajo.

Ese "atajo" conllevaba meter el boogey en un ascensor, y hasta en un vagón del metro subterráneo. Aparte hay más recorrido y cosas que hicieron, pero Sasha nunca ha sabido explicar de un modo razonable qué hicieron.

-Hemos llegado. Sigue tú.
-¿Cómo que siga yo? No he usado un cacharro de éstos en mi vida.
-Es fácil. Yo estoy cansada, me voy a tomar algo a este bar. Nos vemos aquí.
-Mmm... ¡Está bien, de acuerdo!
-¡Pues corre, que se te va!

Lo que viene a continuación, ya lo conocéis:

-¡Víctor! -una figura de una chica de pelo largo y cuerpo estilizado se abría paso conduciendo un boogey entre la mucha gente que, aún siendo madrugada, circulaba por la terminal. No me lo podía creer. Era...

-¿Sasha?

Cuando llegó a mí fue cuando de verdad me dí cuenta. Era ella. ¡Era ella!

-Pero ¿qué haces aquí?
-¿Tú qué crees? He venido a despedirme. No voy a desaprovechar la oportunidad de vivir en la ciudad y no verte.
-Vaya, no sé qué decir... Tengo una hora antes de que salga mi vuelo, si quieres podemos...
-Sí, vamos a este bar, me está esperando mi... ¿...?

Años después me dijo que ese silencio era porque allí no había nadie.

-¿Tu...? Venga, vayámonos a tomar un café.

Chicos, esa hora fue, sin duda, una de las mejores que he tenido en mi vida. Sólo con ese acto Sasha me demostró que le importaba, y que pasara lo que pasara, estuviésemos donde estuviésemos, nuestra amistad duraría para siempre. Y, de no ser por este hecho, quién sabe, pero posiblemente aún habríamos seguido sin hablar; y lo que es peor aún, sin saber nada el uno del otro.
Por eso, cuando recordamos ese día, sabemos que, aunque hasta ahora no hayamos vuelto a estar juntos, la vida nos puede dar muchas sorpresas. Pero todas ellas comienzan con una decisión, con un acto. Y, a veces, es bueno cometer locuras, porque después de todo, puede que al final no lo sean tanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario