domingo, 30 de mayo de 2010

Buscando la felicidad.

Capítulo 6. Llamadas.

Recapitulemos. Nos encontramos en un punto de la historia en la que sigo intentando remontar el vuelo después de haber cortado una maravillosa relación con una maravillosa chica. Para ello dejé mi ciudad para embarcarme en una aventura con objetivo de comenzar una nueva vida. Un nuevo ambiente, situaciones nuevas, gente nueva... Y todo parecía ir bien, incluso conseguí comenzar una relación y hacerla llegar hasta un cuarto de año y un día con Carmen Ortega. Entre tanto conocí a más chicas, y una de ellas es Tania.

Tania es una chica increíble. Muy simpática, habladora y divertida. Nos conocimos en un bar de la costa y resultó que ya nos conocíamos de antes, aunque yo estuviese más lúcido que ella en aquella ocasión... El caso es que con ella me sentía atraído de una manera que no me había sentido antes, incluso con mi posterior relación. Era una sensación bonita, de las que dibujan una sonrisa en la cara cada vez que ves una foto suya, oyes su nombre en la televisión o lo lees mientras estás buscando el teléfono de alguien en el móvil por la letra "t".

Pero retomemos la historia, y nos situaremos a finales de mayo, día más o menos por estas fechas, hace un año:

28 de mayo de 2009

Por aquél entonces, yo me propuse dejar mi obsesión desesperada por encontrar alguien que "sustituyera" de algún modo el hueco dejado por Sasha, y que ni siquiera mi primera relación estable después de aquello había podido arreglar. Por eso, busqué nuevas maneras de aprovechar el tiempo.
Comencé a hacer algo que no había hecho nunca, y era pasarme todo el día en la facultad, sin pisar mi casa ni siquiera para comer. También aumenté mi actividad en Cruz Roja, lo que hacía que mantenerme ocupado en lo que más me gusta conseguía que mis mente se centrase en una sola cosa.

Pero el 28 de mayo, estando en casa solo y matando el tiempo en cualquier tontería, pasó algo que cambió (una vez más) el curso de esta historia. Y empezó con una llamada telefónica que recibí esa tarde:

-¿Diga?
-¿Víctor? ¡Qué alegría oírte! Hola soy Tania. Estoy muy nerviosa, no sé qué hacer. Hay una chica, está en el balcón. Yo... ¡¡¡¿¿¿Qué hago???!!!
-Ehm... Lo primero, tranquilizarte. Y lo segundo, dime qué pasa y ¡hazme el favor de colgar y llamar al 112!
-Pues hay una chica... que se ha tirado, está suspendida en el balcón, no ha caído gracias a las cuerdas del tendedero.

No era capaz de colgar y llamar a los servicios de emergencia. De alguna manera, su impulso la llevó a llamarme a mí para que pudiera hacer algo. Sabía que no podía defraudarla, pero me era imposible llegar a tiempo, estaba a una hora de allí.

Al final, la suerte quiso que otra persona llamara a los bomberos, y también hizo que el parque de bomberos estuviera a sólo dos manzanas del lugar. La chica se salvó. Esa noche, después de un par de tilas y relajarse en casa, Tania volvió a llamar:

-¿Qué tal, más tranquila?
-Sí... gracias por haberme ayudado
-Yo no he hecho nada, sólo he hablado contigo.
-Ya pero... eso me ha ayudado. Me he sentido segura, por eso llamé. Eras la única persona en la que quería confiar en ese momento.
-¿Ah, sí? ¿Y eso?
-Porque eres enfermero, estás en Cruz Roja... No sé, desde siempre me inspiras confianza.
-Bueno, me alegro de haberte servido de ayuda, Tania. Ahora a descansar y a relajarte, que te vendrá bien.
-Sí... Hey, Víctor, una cosa. Hay un concierto del Canto del Loco esta semana, ¿quieres que vayamos juntos?
-¿A un concierto del grupo cuyo vocalista canta con las fosas nasales?

En ese momento se formó un silencio del que estaba seguro que al otro lado Tania estaría mirando al vacío con cara de mala leche. Pero era una oportunidad muy bonita para estar con ella, así que...

-Claro que quiero ir.
-¡Bien! Ya verás, va a estar genial. Y podríamos quedar pronto, e ir a comer, dar una vuelta por el centro o algo.
-Es un buen plan. Me apunto.

Y así fue como Tania y yo fijamos nuestro primer encuentro sin tener que vernos después de acabar algún turno o no tener tiempo y terminar hablando por teléfono.

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